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SER MUJER CICLISTA EN LA CDMX:
ENTRE OSADÍA Y ADMIRACIÓN

Texto por: Pamela Araico Aguilar
Puesto: Gerente de Políticas Públicas en AT&T, México.

Soy Pamela Araico Aguilar, Gerente de Políticas Públicas en AT&T, México. Y llevo un poco más de 3 años usando la bicicleta como modo de transporte cuando viajo sola.

Me gustaría decir que en estos  3 años he logrado despertar la curiosidad de más mujeres sobre la infinidad de ventajas de transportarse en  bicicleta, al menos en mi perspectiva. Por el contrario, las reacciones cuando me ven pasear con mi casco amarrado a mi bolsa o mochila, o en el elevador antes de la visita obligada al baño de la oficina para acomodarme el cabello aplastado por el casco; pueden clasificarse en dos:

Por un lado me preguntan: “¿Estás loca? ¿Desde dónde vienes? ¿No te da miedo? Es que la Ciudad de México no está hecha para ciclistas, nadie los respeta. Si viviera en –inserte el país de su preferencia conocido por ser amigable para ciclistas- sin duda podría ir al trabajo en bici, pero aquí, jamás. ¿Dónde te bañas? ¿Llegas a trabajar toda sudada? luego de  una cara de asco y desaprobación”, concluyendo con “Yo no podría”. 

Por otro lado están los que me comentan:“¡Wow! ¡Qué aventada! Seguro tienes mucha condición. Con razón siempre te veo comiendo pan y no engordas (tanto). ¿Y así vestida andas en bici? ¿Con esos zapatos?”. Para concluir nuevamente con “Yo no podría”.

El denominador común de ambas reacciones es que no he logrado convencer a nadie de optar por un modo de transporte que para mí, además del beneficio ambiental y social, es sinónimo de libertad, independencia y alegría. Y es que a veces olvidamos que el objetivo del transporte va más allá de llevarnos de un lado a otro. El transporte tiene el potencial de combatir la pobreza, reducir desigualdades e impulsar la autonomía y empoderamiento de grupos vulnerables.

En el caso de las mujeres, muchos resultados han sido los contrarios debido a que los sistemas de transporte se han diseñado sin perspectiva de género.

En el caso concreto de la bicicleta es posible identificar como factor principal la percepción de inseguridad, que inhibe a más mujeres a utilizarla  como modo de transporte como indica el reporte diagnóstico global MOVIN donde se observó en una escala del 0 al 5 que “…los modos de transporte con la percepción de seguridad más baja fueron la bicicleta (2.3), el taxi (2.3) y la motocicleta (2.0). De acuerdo con el diagnóstico del Plan Bici CDMX, publicado en 2018 por el Instituto de Geografía de la Ciudad de México, 76% de las personas que andan en bicicleta perciben que es muy probable o algo probable sufrir un percance en su traslado. Este porcentaje es mayor en caso de ser  mujer rodando por la ciudad. Aunque se reduce significativamente para usuarias de ciclovías o infraestructura ciclista seguimos siendo mujeres quienes tenemos más riesgo de sufrir violencia vial. 

Otro factor de gran relevancia que inhibe el uso de la bicicleta como modo  de transporte para las mujeres está asociado a los patrones de movilidad, resultado de las labores de cuidado. Las mujeres solemos viajar acompañadas y hacer diferentes escalas antes de llegar a nuestro destino final. Por ejemplo, hay muchas mujeres que antes de llegar al trabajo llevan a sus hijas o hijos a la escuela, les recogen antes de regresar a casa, pasan a hacer alguna compra o cualquier actividad necesaria propia de la labor de cuidadoras.  Ante esta realidad, el uso de la bicicleta podría ayudar a optimizar viajes, acortando distancias y tiempos, siempre y cuando la bicicleta forme parte de una red interconectada y diversa que promueva  la intermodalidad.

Impulsar el uso de la bicicleta entre mujeres es de gran relevancia. Cobertura más amplia de infraestructura ciclista segura que promueva la intermodalidad, el fomento de una cultura ciclista y medidas claras y efectivas para evitar el acoso callejero, podrían ser un gran punto de arranque. Al tratarse de un modo de transporte asequible y sustentable que podría contribuir a nuestra autonomía, independencia y acceso a oportunidades. Es necesario que los planes de impulso de este modo de transporte se diseñen tomando en cuenta los patrones de movilidad y necesidades específicas de nosotras, las mujeres. 

En conclusión, más allá de mi ejemplo y el de otras mujeres ciclistas osadas o admiradas, la inclusión de medidas con perspectiva de género en los planes de movilidad son las que realmente influyen en que más mujeres se atrevan y empiecen a pedalear  para transportarse.